Friday, December 01, 2006

SUEÑO DE UNA NOCHE DE OTOÑO.


Enrique fuè hasta la ventana. Afuera un gèlido, contradictoriamente soleado, dia de otoño balanceaba el mundo al influjo de sus vientos. Su mirada se extendiò hasta el otro lado de la calle, precisamente hasta la casa de Ofelia. Repasò cada ventana intentando descifrar el rumbo de esa mañana. De abajo llegò el aroma del cafè y el pan tostado. El mundo giraba sobre sus goznes plàcidamente....se atreviò a preveer un par de humeantes huevos fritos acompañados por tímidos panecillos......
Repentinamente la puerta de la casa de enfrente se abriò de par en par y Ofelia brotò de la oscuridad interior completamente desnuda, gritando obscenidades y perseguida de cerca por su padre armado con una hachuela de destazar marranos. Contemplò el movimiento de las carnes desnudas con fascinaciòn algo sàdica. Supuso que ahora el viejo sabìa que su hija predilecta no era virgen..supuso que estaría enterado que él era el perpetrador de la ofensa. Su corazòn latiò con impaciencia mientras Ofelia atravesaba la calle con sus pequeños pies descalzos. Alcanzò a imaginar el ardor producido por el hielo del pavimento antes de darse cuenta de que aún estaba entre cobijas soñando cosas absurdas.... entonces lo despertaron los golpes en la puerta....golpes terribles.
Se levantò mareado, bajò las escaleras con precauciòn porque en la prisa olvidò los anteojos sobre la mesa de noche. Al llegar al portòn se demorò màs de lo necesario quitando las fallebas y cancelas. Liberò la puerta, abriò ansiosamente dejando entrar al viento cargado con los ayes moribundos de las hojas y contemplò alelado el cuerpo desnudo de Ofelia, su mirada de asombro, el hacha de destazar plenamente enterrada en su costado.
Sangraba lentamente con una sangrecita azul de princesa. Como pudo la invitò a desayunar y se excusò con el padre asesino que , dadas las circunstancias, se mantenìa un paso atràs de su hija leyendo el diario de la mañana. Cerrò la puerta con firmeza , aunque con algo de cortesìa.
Mientras hacìa el desayuno, Ofelia se desangraba mansamente. Pensò que el caldo de papa con costilla era lo indicado para ese galopante estado de anemia. Estaba meditando en ello cuando la chicharra del despertador lo sacò del ensueño del que aún no escapaba y como pudo intentò levantarse.
Bajo las sàbanas el calor corporal y la onírica imàgen de Ofelia desnuda habìan causado rigidez extrema en su entrepierna. Su espada se erguìa imperiosa y palpitante, la camiseta que fungìa como pijama estaba hùmeda de sudor . Tratò de pensar en cosas aburridas para bajar la erecciòn. No logrò mucho. Entonces decidiò masturbarse.
Enfocò su imaginaciòn en el fetiche piès de Ofelia y con los ojos firmemente cerrados comenzó el tierno masaje a su mejor amigo, se viò a sì mismo chupando cada dedito, lamiendo la planta, la punta completa del piecesito principesco dentro de la caverna de su boca...la saliva con sabor a piè divino, la visiòn deslumbrante de la desnudez de Ofelia, su sexo ,casi libre de vellos, dulcemente penetrado por su rígido bastón, los muslos tersos, suaves ,generosos, de blancura maravillosa, sostenidos por sus golosas manos , sus dientes clavandose ansiosos en el delicado talón , la sensación exquisita del propósito realizado a conciencia invadió su cerebro despejándolo de cualquier otro pensamiento , conduciendolo al abismo obscuro y maravilloso donde eyaculò con fruiciòn y locura. Por un instante todo fuè lascivia y arrepentimiento tardìo.( Lavar ropa era un desagradable deber y ahora era inevitable). Despuès se quedò quieto,casi inconsciente, viendo a Ofelia desangrada ,con la hachuela de destazar profundamente enterrada en su vagina. Maldijo este sueño pesadillezco, causado tal vez por la ingesta de frijoles con cerdo y otros plúmbeos en la cena; como pudo, evitando las salpicaduras de semen fresco, se volteò hacia la pared y se hundiò otra vez en el letargo.