Sunday, July 02, 2006

LA DELICIA DEL PECADO


Qué quiere usted señor mío, si he nacido hermosa y proclive al pecado ? Si bien es cierto que fui educada para ser buena y santa hoy que he encontrado la vía equívoca al paraíso carnal no puedo renunciar a ella, y mucho menos a cambio de la aburrida posibilidad de ser una devota y piadosa ama de casa.
Le parecería a ud justo que una mujer como yo, joven y hermosa, se condenara al orden y la abstinencia ? Qué hay con natura que me dotó de muslos exquisitos con piel de satín delicadísimo ? Se equivocó al darme estos senos suculentos que enloquecen a los hombres y a algunas mujeres ? Opina usted en su sublime arrogancia qué he nacido para algo diferente a ser adorada ?
Me temo, apreciado señor , que es usted un egoísta asustadizo y envidioso y que no puede comprenderme porque no puede mirarse tranquilo en un espejo. Tan feo es... tan lleno de vellosidades repugnantes. A mí el espejo no me refleja : me canta y se sonríe.
Mis ojos, distinguido amigo, son enormes y hermosos, surcados por pestañas que aletean pecaminosamente cuando quiero paralizar un corazón...mi boca es carnosa y sensual, siempre sonriente...mi cuerpo, una fantasía que hace derretir lágrimas en los ojos más duros, un perenne causante de endurecimientos secretos y secreciones libidinosas.
Yo, respetado señor, estoy hecha de belleza y delicia. Toda yo tengo el sabor del pecado...todo mi ser es una vibración de lujuria !!!!
Algunos pálidos como usted, sufren y se hacen lenguas de mi desnuda altaneria. Ya quisiera usted tener mis senos o mis piernas torneadas para alardear en goces . Basta que eleve la desnudez excitante de un pié perfecto para que muchos hombres y no pocas mujeres quieran venir a morirse de orgasmos prolongados. Eso , querido amigo , es poder. Poder del sexo, poder del verdadero...del que cuenta.
Allí donde yo voy reina la confusión y el desatino. Soy un pedazo de paraíso aquí en la tierra. No trate de reflejar en mi su insignificancia y déjeme ser feliz en cualquier cama del camino. Ahora mismo vaya al frente, entre en la casita pintada de rojo y solicite al empleado que le administre setecientos azotes y un postre, ojalá ácido. Después váyase a dormir tranquilo y olvìdese de mì.

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