Vemos lo que queremos ver. Y aunque ella sea la de todos los dias, nuestra mirada se aclara o se enturbia segùn circunstancias. Y aparecen fantasmas, efigies, esencias o puro terror. A veces la mezcla de las posibilidades del deleite , visual o carnal, con las duras realidades del alma o de la mente, se entrecruzan y permiten que nuestras màs recònditas pesadillas florezcan en todo su esplendor. Soñamos poseyendolas, no importa que, como la hembra de la especie "mantis religiosa", ella nos devore y digiera durante la consumaciòn del acto. Esta aterradora posibilidad, inclusive, aumenta el deleite hasta lìmites que jamàs pensamos sobrepasar. Amanecemos mojados, pegajosos y seguros de que jamàs lo soñado tendrà parangòn en este lado de la vida. Despuès nos enrutinamos y , como es usual, nos olvidamos de estas cosas y nos enfrascamos en el mundo de todos los dias, con sus guerras, sus negocios y esa gran sensaciòn de vacìo que inunda nuestro ser nos anuncia que , de nuevo, somos normales.
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