LAS PIERNAS MAS BELLAS DEL MUNDO

Ofelia, de trece años, era una muchachita muy activa e inquieta, nacida en esa regiòn de Malp donde los relojes tienen un ritmo arbitrario y la vida es una sucesiòn incostante de perplejidades y vacios, paradojas y acontecimientos lo suficientemente extraños como para que todo parezca normal y tranquilo.
Puès bien : Ofelia era una niña bonita e inteligente a quien le gustaba cantar en los arroyos donde tomaba baños de sol y aire perfumado de flores, actividad que realizaba de vez en cuando, porque , aunque ella en sì misma era activa e inquieta, tenìa un par de piernas realmente perezozas.
Hay que reconocer, eso si, que eran piernas bellas, soberbiamente torneadas, largas y muy bien rematadas en los dos extremos, pero...ay!....ahì estaba el problema : eran piernas estàticas a las que les gustaba ser contempladas pasivamente y a las que años màs tarde les encantarìa ser mimadas y acariciadas por manos hàbiles, càlidas y suaves....piernas esbeltas y exquisitas que no deseaban caminar ni sostener durante demasìado tiempo.....piernas que para la inquieta Ofelia se fueron convirtiendo en un problema y en un obstàculo, un despropòsito bellìsimo que en nada beneficiaba su deseo de saltar de tres en tres las baldosas, de bailar el vals de las montañas tlasconianas, tan de moda, o de correr por el bosque en procura de fragancias extrañas y visiones alucinantes.
Por ello Ofelia comenzò a pensar en cambiar sus atractivas piernas por otro modelo màs atlètico y dinàmico como los que se exhiben en los escaparates de cuerpos de los almacenes especializados en felicidad perenne.
Sus amigas, escandalizadas, trataron de disuadirla, pero ella estaba decidida, por lo cual comenzaron a proponerle trueques desventajosos y , lo màs grave, no tardaron las piernas en enterarse de todo , con gran ira y resentimiento.
Una mañana como todas Ofelia amaneciò sin piernas. En su familia todos rieron divertidos con el hecho, todos a excepciòn del padre que conocìa los precios de las piernas de repuesto y que luchò con denuedo por recuperar las fugitivas extremidades de su hija : interpuso demandas, presentò denuncias y estableciò persecusiones inùtiles y poco divertidas. Todo ello a gran costo.
Por consejo de su asesor financiero comprò unas nuevas piernas para Ofelia, no tan bellas como las anteriores, pero imbuidas de gran actividad, piernas que hicieron muy feliz a la adolescente y con seguridad tambièn a sus amigos.
De las fugitivas piernas se vino a saber, años màs tarde, que se habìan establecido en una ciudad lejana y que se ganaban la vida bailando motu-tua y exhibiendose desnudas en tabernas de dudosa categorìa con el sobrecogedor anuncio de "las piernas màs bellas e independientes del mundo ".
Ofelia, ya crecida, ha aprendido muy bien a separar las piernas y aunque no tiene marido disfruta plenamente de orgasmos prolongados y saludables, como es comùn en las mujeres de su regiòn. Su padre, un poco màs gordo y otro tanto calvo ha adquirido un pene nuevo, a gran costo, con gran beneplàcito de su esposa y algunas vecinas casquivanas.
Todo parece transcurrir en medio de armoniosos vaivenes de placer. Sin embargo, en algunas ocasiones Ofelia recuerda sus antiguas piernas con nostalgia y no deja de pensar en como las extrañan sus amigos de manos inquietas; piernas magnìficas, dicen ellos; piernas carìsimas dice su padre; piernas descocadas y lujuriosas, dicen sus amigas con envidia y alivio,y aunque cada opiniòn tiene fundamento en intereses particulares , todos ,en el fondo, estàn de acuerdo en que aquellas eran las piernas màs bellas del mundo.